En un día donde, una vez más, la política atraviesa nuestras vidas personales y es la agenda primordial de la opinión pública, se cumple un nuevo aniversario de la Caída del Muro de Berlín.
El número 27 para ser exactos, y fueron 28 años los que mantuvieron a la ciudad partida en dos, dando origen a Berlín Oriental y Berlín Occidental.
La construcción de esa muralla de 45 metros de ancho, con una extensión de 155 kilómetros fue decidida por los líderes de la antigua República Democrática Alemana (RDA), de manera sumamente aleatoria, ya que por donde se erigió, trazaron una línea imaginaría sin importar lo que quedaba de un lado y del otro.
La sensación que te corre por las venas al caminar las calles de la ciudad que vivió en carne propia la Guerra Fría es inigualable, dolorosa y, a la vez, fascinante. Te sentís parte de la historia mundial, y tomás real dimensión de todo lo que se vivió durante aquellos años.
Pero también es contradictoria, porque a pesar de la revolución que se genera en tu cabeza al ver puntos icónicos como la plaza Bebelplatz, la Puerta de Brandenburgo, Checkpoint Charlie y los restos del Muro propiamente dicho, un dejo de tristeza te invade el cuerpo al visitar las exhibiciones que contienen testimonios en primera persona de familias que quedaron divididas por ese gigante, o de personas que perdieron seres queridos ante la desesperación de querer cruzarlo.
El Muro de Protección Antifascista (tal como lo llamaron los líderes de la RDA), se llevó muchas vidas. El número de muertes es al día de hoy incierto, pero se estima que unas 200 personas han perdido la vida intentando franquearlo, y más de 100 resultaron heridas de bala por los ejércitos que lo custodiaban. Sin embargo, a pesar del peligro, cerca de 4.000 personas lograron cruzarlo hacia Berlín Occidental.
Resulta inevitable recrear mentalmente esos momentos durísimos, con gente sufriendo las consecuencias de las Guerras Mundiales o los avatares en los años que duró la Guerra Fría, con la ciudad dividida en dos. Porque Berlín es, sin lugar a dudas, un museo a cielo abierto.
Camines por donde camines te vas a topar con algún memorial que recuerde esos años violentos y de desesperación para el pueblo alemán. Pero justamente están allí para tenerlos presentes a cada instante y para que nunca más ocurra algo similar.
Esta foto la tomé en el memorial al aire libre de los restos del Muro. Es una de las tantas obras de arte realizadas por personalidades destacadas de todo el mundo durante 1990, un año después de la Caída del Muro de Berlín.
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