Santiago era un viejo que no se andaba con vueltas. Un tano que amaba la pasta pero que también adoraba el vino y el asado. Enfermo del fútbol y del amor. Sí, leíste bien. Del amor. Es que él aprendió que el amor lo es todo.
–Es imposible e impensado poder vivir sin amor, –decía–.
–Y lo trágico del amor tiene que ver con que nunca se puede dejar de amar. Es que atraviesa todo lo que hacemos. No hay chance de que algo salga bien si no está el deseo por hacerlo, la pasión. Y eso, justamente, es amor–.
Y con esas palabras él atrapaba a todos, incluyéndome a mí, cebándonos unos mates y enseñándonos a vivir.
*
Un día le fui con un problema. El problema de que algo no me había salido como yo esperaba. Tenía todas las fichas puestas ahí. Me había jugado un pleno y todo, porque en mi interior algo me decía que yo tenía que accionar para destrabar esa situación. Y entonces accioné. Pero pasaron los días y PAFF! Cachetazo del universo, sacudón de estantería y todo cambió.
–Claro, no todo sale como lo esperabas, como lo planificabas, como lo querías, como lo soñabas, –me dijo sonriéndose–: hay veces que el universo se empecina para que vos, que seguías un caminito que pensabas correcto, de golpe te encuentres con una pared que te impide avanzar y toda tu quintita, que parecía muy ordenada, se desmorona.
Y ante esto te planteo algunas cuestiones:
- Que nada es tan terrible como parece en ese momento.
- Que todo tiene solución. Y si en ese momento la solución es amoldarse a lo que el universo te provee, no quiere decir que seas un conformista. Quiere decir que vas a transitar por esa dificultad para después elevarte mucho, pero mucho más alto de lo que volabas hasta ese momento cuando tu quintita funcionaba a la perfección.
- Que no reniegues. Si querés pataleá, descargate, gritá, llorá todo lo necesario. Pero avanzá. Tené la suficiente cintura para sortear el momento de la manera más entera posible y no te quedes maquinando en el pasado. Porque todo lo que tenés es el presente y el futuro es tan incierto como el azar.
- Que hagas lo que sientas hoy. Intentalo y vas a ver qué cómodo se vuelve. Pensá en positivo porque así vas a atraer casas positivas a tu vida. Es la ley de atracción. No es más que eso.
Con una sonrisa complaciente cerró su charla, y con la última gota de agua caliente que quedaba en el termo me cebó el último mate, mientras el sol empezaba a caer detrás de la ligustrina que hacía las veces de pared medianera. La brisa cálida de aquella noche de primavera lo obligaba a colocar sobre sus hombros un suéter de hilo que había tejido su mujer un tiempo atrás, y a mí no me salían las palabras. Solo atiné a contemplarlo con admiración, intentando hacer carne toda esa sabiduría que me había transmitido. Pero llegué a la conclusión de que eso solo se logra con el paso del tiempo, luego de haber transitado toda una vida de experiencias y haber estado vivo en cada instante para que cada momento quedara sellado a fuego en lo más profundo del corazón.
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