-y algunos nacimos para contarlas-
Sí, estamos hechos de historias. Vos, yo, tu hermano, tu viejo, tu amigo. Cada uno de nosotros está atravesado por miles de historias que parecen latir dentro nuestro como si quisieran traspasar la piel, dejarnos un agujero y seguir su camino.
Esas historias nos envuelven, nos ocupan, nos dan vuelta como si fuésemos títeres de una realidad que creemos que creamos.
A mi me sale escribirlas.
Agarrar la primera lapicera que encuentro (no, no tengo una preferida), mi anotador lleno de bocetos, de dibujos horribles, de relatos inconclusos y arrancar a vomitar las palabras. Así, sin más, crudo como esa realidad de la cual te hablaba.
Seguro que vos también tenés una forma de expresar lo que te pasa, ¿no? ¿Qué hacés para liberarte?
- ¿Creás música, practicás un deporte, salís a tomar aire, te sentás en un banco de plaza y te ponés a hablar con vos mismo, meditás?
La lista podría seguir por reglones y renglones. Es que cada uno tiene su forma y estilo. A mí me sale esto de la palabra. El instante en el que me pongo a escribir es tan incierto que asusta.
- Es como cuando vas a la primera cita con una chica y no tenés ni idea lo que puede pasar.
- O cuando debutás en el primer equipo del club que te vio nacer.
- O cuando vas a rendir el último final de la carrera.
- O cuando te tomás el avión rumbo al primer viaje de tu vida.
Sí, claro que da miedo. Uh, perdón, otra vez arranqué a enumerar comparando historias. Es que al fin y al cabo, la vida termina siendo eso. Un sinfin de desafíos que cada uno va atravesando y que nos ponen a prueba. Y nada más lindo que esa cosquilla en la panza ¿no? La adrenalina de no tener ni idea cual va a ser el final de este relato.
¿Sabés una cosa?
Me tiré a la pileta de la hoja en blanco sin tener idea cual era mi objetivo con este texto (sí, ya sé… Rompí con las estructuras que -dicen algunos- hay que seguir a la hora de sentarse a escribir).
Pero ahora que lo termino, lo tengo un poco más claro. Se trataba, simplemente, de seguir el instinto y de dar rienda suelta a la libertad: en este momento era, simplemente, poner en palabras una de esas historias que me estaba dando vueltas por adentro y que tenía ganas de salir.
En tu caso, ¿cómo manifestarías esa Libertad de Ser?
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