Lo que pasa es que no te animás a sacarle el polvo al corazón y ahí entra el miedo.
Corré la cabeza por un rato y permitite sacar un pasaje de ida único e irrepetible a tu interior. Porque ese va a ser el mejor viaje que puedas realizar.
¿Dónde está la clave?
Si sabés que te ponés a sentir durante cinco minutos y ya entendés lo que te pasa.
Si te metés para adentro solo por un rato y ya tenés la respuesta.
Si buscás a tu Animal de Poder, ese que sale cada vez que necesitás aliento, y como por arte de magia, se te aclara el panorama.
Y así…
Vas a apostar por tus sueños.
No te vas a defraudar.
Vas a caminar ciudades, volar kilómetros, descubrir países.
Pero ¿sabés qué?
El verdadero viaje está en otro lado. El viaje real es el que vos hacés con vos.
Donde te autoconocés, donde te enfrentás a tus miedos, donde descubrís tus debilidades mas profundas para convertirlas en fortalezas; donde ya no importa el qué dirán porque la decisión de cargar tu mochila y salir al mundo es solo tuya.
Porque la fuerza para enfrentar esos miedos que te están paralizando también sale de vos, de tu interior, de escucharte, de tu corazón.
Por eso…
Vas a tener que ponerte la 10 y conocer lo peor de vos. Eso que siempre supiste que estaba pero lo escondías debajo de la alfombra, no lo querías ver, lo tapabas.
Y solo cuando lo enfrentes, ese monstruo gigante, solito va a achicarse, se va a contraer hasta que ya no quede nada de él. Como cuando estás metido en el mar y viene una ola gigante. Te tirás de cabeza, la atravesás y cuando salís a la superficie nuevamente y mirás para atrás, esa ola gigante desapareció y solo queda el movimiento del agua y vos, a flote otra vez.
Y entonces…
Ese es el momento en que lograste atravesar tu miedo.
Rompiste la barrera, te animaste a enfrentarlo y descubriste que se disipó.
Y del otro lado había cosas que ni te imaginabas que te iban a pasar. Incluso, varias de ellas van a ser de las mejores que pasen en tu vida.
Solo por haberlo afrontado.
Solo por haberte animado.
Solo por haberle ganado.
Preguntate, al fin de cuentas… ¿A qué le tenés miedo?
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