Tenés que cambiar el chip de los sentidos
No te queda otra. El chip de la rutina, el del idioma, el de los sentidos. Tenés que empezar a escuchar mucho más a tu cuerpo, que te va a avisar cuando algo no ande del todo bien, o cuando necesite descansar. Vas a cambiar la mirada, la forma de ver las cosas, de observar las situaciones. Vas a dejarte llevar por el instinto. Ese motorcito que te empuja para que hagas lo que tu cabeza no se animaría a hacer por miedo a estar equivocada.
El resto viene solo
Como uno empieza a estar distinto, percibe al entorno distinto. Se trata de encontrar el equilibrio jugando a ser vos mismo en un lugar que te era ajeno hasta hace algunos días y que de a poco se transforma en un punto amigable, familiar y con un montón de recuerdos en el mapa de tu vida.
Asique al lugar donde llegues, ponele tu energía, cambiate el mambo con el que venías y descubrite lleno de sensaciones y desafío nuevos. Si te descoloca al principio, permitítelo. Forma parte del proceso de adaptación que necesitás para encontrarte nuevo, renovado, transformado y viendo la realidad con ojos distintos.
Hace 72 horas que llegué a Melbourne y me explotaron los sentidos
Es una ciudad que te invita a quedarte. Te atrapa con garras de acero que te acarician para nunca más borrarse de tus recuerdos.
- ¿Necesitás ayuda? La tenés.
- ¿Baños públicos? Están por todas partes.
- ¿Bebederos con agua potable? Presentes.
- ¿Te perdiste y no sabés cómo volver? Bienvenido sea, pero si te está por agarrar la desesperación, tenés guías de turismo que ofrece el Gobierno para ayudarte si te agarró el ataque.
- ¿La gente? Te saluda por la calle, cual pueblo del interior de Argentina.
Así podría seguir, pero lo dejo para el próximo post, donde te cuento todo acerca de mis sensaciones en la ciudad de las cuatro estaciones.
Volviendo al tema que nos compete…
Empapate con el agua de la lluvia y cagate de risa, como me pasó a mí la primera tarde en Melbourne. Relajate en la primera plaza que encuentres, solo mirando la gente pasar, y expresá todo lo que te pasa. Dejate sorprender con todo lo que veas a tu alrededor. Contagiá y contagiate.
Enamorate de todas las cosas que quieras y, por sobre todo, sé vos por donde quiera que vayas. Porque una vez que lo descubriste, ya no tiene vuelta atrás. Eso es, al menos, lo que vengo haciendo yo desde hace cuatro años, cuando decidí pasar cada 31 de Octubre en un punto diferente del planeta.
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